viernes, 18 de abril de 2014

EL ENIGMA DE LA MARIPOSA

A veces, sólo a veces, la mariposa vive más de un día y vuela. Entonces, se intoxica, se vuelve huérfana de aire. Vive agonizando porque así es el mundo y así es la vida. La mariposa celebra vivir un nuevo día. Sin embargo, cabría preguntarse qué sentido tiene vivir agonizando. Pero la mariposa no se pregunta nada, vuela. Hasta que al fin, un día, cae indefensa en la vereda. Pasa un niño y fácilmente la captura, aleteando aún. Luego, cuando abre su mano para verla de cerca, la mariposa ya es ceniza tornasolada en medio de la ciudad.
El niño llora, su trofeo se ha desvanecido. Son lágrimas de frustración, no de pena. ¿Por qué debería sentir pena, acaso tiene alguna relación con la mariposa? Nada tienen que ver juntos. El niño se limpia las manos, se deshace de ese polvo de mariposa y sigue jugando.



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