Nunca dije que fuera
el más tonto ni el más
amigo de todos los
silencios acobardados del sur.
Ateridos estuvieron y
estarán
estuvieron dije,
carajo, los huesos y estarán.
Ateridos están del
frío, de la mansedumbre.
Nunca dije que fuera
el más tonto ni el más.
Sólo que los balcones
están ya sin flor
y las luces encandilan
en la carretera.
Nunca el más tonto ni
el más.
Será el faro
advirtiendo
el más tonto, el más
cediendo.
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